Abrazados al imprevisto.
La casualidad nos busca y los momentos nos encuentran. Destino? Quizás. Las
casualidades vienen con el imprevisto y choca con nosotros como el viento con
los árboles o el mar con la arena de la playa.
Nunca sabrás lo que
vendrá detrás de una montaña, al girar en una esquina o al levantar la cabeza
tras caer. Con este pensamiento solo se me ocurre una cosa: tratar de
aprovechar lo que tenemos ahora, en este mismo instante e intentar no preocuparnos
por un pasado que no tiene arreglo y un futuro impredecible.
Siempre he pensado
que las casualidades son lo mejor que nos puede pasar. Son inesperadas, nos
aportan muchísimo y pasan muy muy deprisa. Porque al final nada es demasiado
importante y todo importa un poco. Pero el que importará de verdad es que
cuando lleguemos a los 80 años podamos girar la vista atrás y pensar: ¡cómo he
disfrutado!, no he perdido el tiempo con chorradas que al final no tenían
importancia, he aprendido todo lo posible y he querido muchísimo.
Quería recordar una
frase de un libro de Cristina de Stefano, “La corresponsal”, que recoge las
vivencias de la periodista Oriana Fallaci: “No tendrás mucho tiempo para
comprender y hacer las cosas. El tiempo que nos dan, esa cosa que llaman vida,
dura demasiado poco. De manera que es necesario que todo suceda muy deprisa”.
¡Feliz día!
M.
¡Feliz día!
M.
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